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En 1832, el pintor y músico francés, Amadeo Gras se instala en Buenos Aires. El hecho de que sólo las clases más acomodadas pueden requerir sus servicios como retratista, lo obliga a trasladarse de un lugar a otro. En 1935 reside en Bolivia y dirige la Academia de Pintura de Chuquisaca, ciudad en la que nace su hijo Amadeo. Durante los primeros años de la década del '40 recorre Chile y Perú pintando los retratos de los hombres públicos como el general Vivanco, Espejo, Necochea y Gamarra, presidente en ese momento de Perú. En 1844 abandona Lima para volver a Argentina. Gras y su familia realizan un interminable viaje a través del desierto de Atacama, que el pintor viajero refiere en su cuaderno de apuntes. Finalmente, en mayo del año siguiente, llega a Salta donde vive 10 meses. Durante ese mismo año se muda a Tucumán, luego a Córdoba y, luego, a Buenos Aires. En 1846 se instala en Montevideo y durante el Sitio, toma apuntes gráficos de los campamentos, el ejército y la vida cotidiana durante la invasión, componiendo cuadros que formarán parte de la iconografía canónica de este período político. Como ocurrió con muchos retratistas, Gras utiliza sus conocimientos en encuadre, manejo de la luz y otros procedimientos para seguir tomando retratos, pero ahora, haciendo uso de una técnica novedosa: la daguerrotipia. A seis años de la presentación del invento en Montevideo -la primera máquina de daguerrotipos llega a la ciudad en 1840, en un buque escuela, un año después de que Daguerre la presente en la Academia de Ciencias de París-, Amadeo Gras instala un estudio para la toma de retratos. Sin embargo, la fotografía no es demasiado difundida aún y el trabajo escasea. El pintor regresa a Europa en 1848 y retorna a la capital uruguaya dos años más tarde, con los más modernos equipos para la toma de fotografías. Se convierte en uno de los más cotizados daguerrotipistas y se traslada a Buenos Aires en 1852, con la caída de Rosas. Al año siguiente, toma el retrato de los gobernadores reunidos en San Nicolás, donde se firma un acuerdo que sentará las bases para que el Congreso Constituyente redacte la Constitución Argentina.
Los dos años que siguen están marcados por el viaje por el litoral argentino, donde Gras toma imágenes fotográficas y pictóricas de los espacios y los personajes de la vida política de ese país: en Santa Fe pinta los salones del Cabildo, en Paraná pinta el retrato de Urquiza, en Gualeguaychú monta una exposición de sus obras. Residió algunos años en Buenos Aires donde alternó su trabajo visual con la música porque antes de dedicarse a la pintura, Amadeo Gras había iniciado una exitosa carrera musical: a los 20 años fue primer violoncelo de la Ópera de París y acompañó a Paganini en sus conciertos en la corte de Jorge IV de Inglaterra. Los últimos años de su vida los pasó en una finca en Entre Ríos. |
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